lunes, 15 de diciembre de 2008

Yo, lector

Las versiones perversas del señor J
Por Juan Pablo Picazo

A Jaime Echeverri, se le perdió el nombre una noche, mientras escribía la historia de Antonio di Puccio Pisanello, y vino a encontrarlo luego de un luengo periplo. La noche del extravío, al descubrir que su nombre no estaba, levantó el teclado, removió los cuadernos, afiló los lápices y sacó la tinta de sus plumas, pero no estaba bajo las teclas ni entre las hojas y tampoco en la viruta desprendida de unos y la tinta esparcida que las otras dejaron.Tratando de serenarse, fue a la cocina en busca de algo qué beber, pero olvidó ese propósito cuando descubrió que ahí tampoco estaba su nombre; así que salió a la calle a buscarlo, acaso el viento se lo hubiese llevado sacándolo por la ventana del estudio.

Encontró entonces a un ciego que estaba sentado en una piedra polvosa y le hizo la pregunta pertinente. El ciego –quien llevaba en el rostro una feroz expresión de amargura acumulada durante décadas- dijo: ― Vete, no diré una verdad más, ya no soporto la sorpresa cada vez que enuncio una, ni el dolor de haber perdido mi juventud buscándolas.


Jaime Echeverri (a quien llamaremos sólo Señor J, a semejanza del Señor K, el de los libros de Kafka mientras no encuentre su nombre), vagó durante constelaciones en la búsqueda que ya sabemos y cierta vez, cuando andaba algo desorientado por los callados y nocturnos pasillos del Louvre miró a la Mona Lisa de Da Vinci y, descubriéndole una sonrisa sospechosa, tomó sus manos por ver si la quiromancia aprendida le daba la respuesta, pero las manos de quien llamaban La Gioconda, no pudieron revelarle nada.

Dicen que de tanto ir y venir de un lado a otro en pos del nombre perdido, el Señor J se olvidó de lo que había olvidado y estaba buscando, así que entonces se dedicó a desentrañar los misterios del olvido e hizo de todo para aprenderlos, incluso apuntó concienzudamente cada nuevo descubrimiento para no olvidar todo lo que había aprendido acerca del olvido.

Se hizo amigo de Giaccomo Casanova, creado por Francesco di Ruggiero, con quien también trabó amistad, con ellos se dio a la tarea de explorar todos los secretos del mágico reino de Erión cuyo oro líquido han codiciado todos los hombres de la tierra, aún quienes dícense célibes o débiles o flébiles; como quiera que sea, el Señor J aprendió, apuntó y prosiguió su búsqueda.

Un día acudió con Gregorio Samsa, juez de Praga, para levantar una denuncia por la pérdida de su nombre, llevó como testigo al mismísimo Señor K, quien contó una peripatética historia de colmillos; hasta que llegando solitario a Sarajevo, en lo oscuro de la noche, reflexionó sobre la civilización, la burocracia y el orden público normal y decidió que era humano, demasiado humano y que aceptaría su liberación que la pérdida de su nombre le había dado y a partir de entonces usaría sólo la abreviatura, pues eso le hacía sentirse como pez en el cielo. Entonces oyó una voz que le ordenó: ― Escribe lo que has visto y firma lo escrito como si te llamaras Jaime Echeverri. Y así lo hizo.

Versiones y perversiones (Casa Juan Pablos | ediciones sin nombre, Colección Los libros de la oruga, México 2000, pp. 57) es una colección de 29 relatos que transitan por los diversos mundos que este escritor nacido en Colombia es capaz de conquistar: desde la realidad más cruda, hasta la difícil esfera de la llamada literatura fantástica. Echeverri, quien reside en Cuernavaca desde 1997, despliega ya con solemnidad ya con desparpajo las visiones que como artista ha tenido a partir de los hechos que lentamente van formando parte de su propia biografía.

Autor de obras como la novela Reina de Picas y el libro de cuentos irónicamente titulado Historias reales de la vida falsa, Jaime Echeverri es un escritor que deambula lo mismo en las minucias que convierten la realidad vulgar en hechos altamente literaturizables o camina desganado en laberintos imposibles donde lo que es magia tiene que ver con los pasos diarios y la leyenda con la amargura absoluta al descubrir que uno había encontrado desde hace mucho, la verdad más afanosamente buscada.

(Comentarios: juanpablo.picazo@gmail.com)

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