miércoles, 18 de abril de 2012

Paréntesis


Sobre la poesía y otros bichos

Por Juan Pablo Picazo

De antemano pido una disculpa a Antonio Rojas, Myriam Villafuerte, Enrique García González, Néstor Domínguez, Marco Antonio Padilla Rodríguez, Nena, César Hernández García, Sebastián Yáñez, y Greidy Olivares, por no haber podido contestar con toda oportunidad a sus preguntas, pues ha sido poco mi tiempo para escribir y con este texto trato de saldar en lo posible la deuda contraída.

Si aún les es útil, respondo a las preguntas en el orden:

1. ¿Cómo te inspiras para escribir poesía?

Es difícil decirlo. La poesía es mucho más que inspiración, se trata de un trabajo superior que requiere paciencia, cultura y un deseo irrefrenable de decir, de traducir en lengua humana las visiones que se tienen respecto a los otros seres que habitan contigo el universo: desde las piedras y los gusanos hasta las estrellas, pasando por otros seres humanos, objetos, plantas y animales.

Solemos llamar inspiración a cierto estado de ánimo que nos impele a escribir dejando atrás todo: la gente, los asuntos domésticos, y a veces hasta los alimentos. O a esos chispazos repentinos, esas fugaces apariciones de verdades monumentales que apuntamos en un papel y luego desarrollamos.

No necesito un ambiente específico para la inspiración; cierto es por el contrario que caminar a solas me ayuda bastante en el proceso, lo mismo que hacer alguna otra actividad que favorezca la introspección; como sea, creo más en la literatura como un asunto de trabajo, sensibilidad e inteligencia, que en el repentino o inducido rapto de las musas.

2. ¿Qué te lleva a ser poeta aparte de tener el don?

Ser poeta es una cuestión que desde el siglo XX está a debate. Antes de ello persistía la creencia más o menos unánime del poeta casi como un iluminado, yo creo que el poeta tiene un don, es cierto, pero tenerlo no es todo.  Hay quien tiene un don para la danza o la cerrajería, la investigación o el baloncesto, el don así llamado es sólo un factor dentro de un entramado más complejo.

Al poeta les son necesarios otros atributos como la observación, el asombro, la búsqueda, el autoconocimiento, la cultura y la sensibilidad, además de una decidida necesidad de testimoniarlo todo en poemas, ya en verso, ya en prosa.

3. ¿Crees que pueda ser un reflejo de tus sentimientos?

Creo que la poesía es algo más que el reflejo de tus emociones, para muchos sólo es un punto de vista escrito ornamentalmente. Yo no opino así, creo que el trabajo poético constituye un testimonio del mundo en cuanto a sus relaciones subyacentes; una manera de ver, de vivir.

Aunque algunos poetas hablan de que el poeta es el “traductor” del misterio de Dios, yo creo que no es así, ni se escuchan voces, se tiene por el contrario una hipersensibilidad que a menudo hace creer en esas otras cosas a quienes no han vivido en carne propia esa condición de poseer la “mirada poética”, es como si las cosas hablaran, como si fueran demasiado evidentes y fuera necesario decirlo y además, saber de antemano que muchos no van a entender, o incluso, serán hostiles contigo.

4. ¿Quién o qué es tu más grande inspiración?

Decir qué o quién nos inspira sería como reducir la poesía a ámbitos muy estrechos e intimistas, para mí hay mucha diferencia entre “poeta”, “poema” y “poesía”. La rima IV de Gustavo Adolfo Bécquer me parece un documento valiosísimo para caraterizar y explicar no ya lo que cada una de estas voces designa, sino además, la relación entre ellas, y los temas que ocupan al poeta.

Hay que ir más allá con esta pregunta.  Los temas, los motivos que tengo para escribir son muchos, aunque es cierto, escribir sobre el amor y la propia visión de la vida son cuestiones fundamentales.

Otros temas que mi poesía persigue son: la condición humana, algunos personajes mitológicos en tanto que encarnación de las emociones y actitudes humanas, el futuro de la humanidad, los modos de ser y de hacer que tenemos las personas, etc.

5. ¿Qué es la creatividad en la poesía?

La poesía es de suyo un trabajo creativo, la creatividad es pues su modo natural de expresión. De ello le va el nombre de la creación, así que los poetas son como pequeños dioses dando a luz constantemente pequeños universos.

6. ¿En qué ayuda la poesía a la mente?

En todo, no es una verdad de Perogrullo. Desde lo más básico como incrementar el vocabulario (Lugones, Lope, Góngora y otros), hasta saborear la seguridad de que lo escrito por ese otro del libro pudo salir perfectamente igual de nuestras manos (En mi caso Neruda, Bécquer, Hernández, Strindberg, López Velarde, Baudelaire).

Creo que sí, como el ajedrez, puede darnos herramientas que nuestro cerebro se acostumbra a usar aunque no seamos capaces de explicarlo. Nos ayuda a salir libremente de diversas encrucijadas, afina nuestra memoria, mejora nuestro oído musical, nos deja crecer en la libre asociación de ideas, suelta nuestra mano y brinda una mejor capacidad respiratoria, esto último resulta demasiado absurdo si se le toma literalmente, pero debe leerse en términos de sensibilidad.

7. ¿Qué poesía te gusta más escribir?

La pregunta no está muy definida, pero veamos.

Si nos referimos al tipo de verso, prefiero el verso libre, aunque me regodeo y no poco jugando a los sonetos, alejandrinos y sonetillos además de una que otra octava o décima. Si la pregunta refiere temas, ya está arriba contestado; si la referencia es prosa o verso, prefiero este último porque lo considero la forma natural del poema, aunque admiro los poemas en prosa de Sabines, Baudelaire y otros.

8. ¿Cómo comenzar en mi persona la cultura de la lectura?

Yo diría, parafraseando el consejo de Miguel de Unamuno a los nuevos escritores, lo mismo a los nuevos lectores “Lee lo que quieras”. El primer consejero es el gusto. Puede que al principio no tengamos uno muy bueno y pasemos un buen rato leyendo papeles inútiles, malos novelistas y demás tratados de basura, pero un buen trabajo han hecho: llevarnos dentro del mundo de la lectura.

¿Se corre el riesgo de extraviarse para siempre en las “malas” lecturas? Quién sabe, opino como Cristopher Domínguez Michel en su libro “Escribir y leer” (Océano, 2010) Nadie posee la verdad en cuestión de libros y uno debiera libremente moverse entre ellos. Si todo sale bien, pronto el gusto se refina y nos volvemos más exigentes, sino, de todos modos leeremos por puro gusto.

9. ¿Alguien como tú qué clases imparte y en dónde?

Bueno, “alguien como yo” jajajajajajaja, no sé qué signifique eso, pero alguien como yo que considero soy yo si acaso eso puede saberse, da clase de literatura, y cuestiones sobre comunicación y periodismo en preparatorias y universidades privadas del estado de Morelos.

10. ¿Qué es la sociedad del conocimiento?

Yo diría que la “sociedad del conocimiento” es una idiotez, que nunca como hoy estamos hechos de dudas, que ese concepto siempre me ha parecido pretencioso. No niego que la ciencia y su hermana, la tecnología nos han aportado avances indudables, sobre todo en materia de información y comunicación, pero se me hace tan irrisorio como el tan sobado “fin de la historia”.

Mi opinión no obsta que siga con interés lo que sucede en torno a conceptos como ése, pues pertenecemos a una sociedad globalizada que se jacta de muchas cosas que merecen nuestra aguda y permanente observación.

A nadie se quiere herir aquí, ni lo escrito es la verdad. Si aún sirve a quienes preguntaron, soy feliz, si no, ruego puedan disculparme en algún momento. Como sea, sigo a sus órdenes.