sábado, 30 de agosto de 2008

Se endurecen los Estados imperiales

Migrantes, nuevo enemigo público

Biológicamente el ser humano pertenece al reino animal y la naturaleza le dotó del privilegio que minerales y plantas no poseen: el desplazamiento autónomo. En sus inicios como especie el nomadismo era su pauta de conducta como cazador y recolector. Finalmente se ató a la tierra con la agricultura y la ganadería. Luego fueron el comercio, las propiedades, y finalmente el poder. La migración debiera ser vista como un acto natural del individuo y de los pueblos, porque desplazarse fuera de su tierra en busca de mejores condiciones de vida es algo que ha hecho desde el principio de los tiempos. Hoy, sin embargo, representa un problema político de grandes proporciones.


Juan Pablo Picazo
para estosdías

Primero fueron Hitler y la Herrenvolk, luego el comunismo soviético y sus aliados, más tarde los terroristas –vascos, irlandeses y sobre todo árabes–. Hoy el enemigo son los migrantes. Ha ocurrido ya en otras etapas de la historia.

Estados Unidos y la Unión Europea, los poderosos Estados imperiales del planeta, precisan de un antagonista sobre cuyas espaldas puedan colocar la carga de sus discursos ideológicos a fin de sostener sus regímenes mediante el desvío y la desorientación de la opinión pública internacional.

Hace falta algo más que pan y circo según parece, sobre todo ahora que el pan escasea encarecido y el circo mediático no basta para aniquilar el nerviosismo de sus sociedades en todos los sectores, lo que se refleja necesariamente en los mercados financieros internacionales, y, como reza el refrán: “Bien me quieres, bien te quiero, no me toques el dinero”. Para no ser acusados por sus ciudadanos han salido a la caza de culpables.

El caso es que la soñada raza de señores de Hitler, el comunismo soviético y los terroristas de todas latitudes, representaban, además de objetivos ideales para los discursos, fuerzas activas opositoras que ofrecían auténticas alternativas ideológicas y generaban de paso cierto equilibrio internacional.

Los migrantes, por otro lado, pertenecen a un fenómeno distinto de orden natural y social. Su papel es tan importante que, según los expertos, permite la constante renovación de los bancos genéticos humanos internacionales tanto como la generación de riqueza y el movimiento de la economía internacional, gracias a las remesas que envían a sus lugares de origen.

Todo se paga en esta vida

Para el lector poco avezado todo este asunto puede parecer de una complicación gratuita, pues pensará que su resolución requiere sólo de evitar los flujos migratorios. El problema estriba en la forma de lograr tal cosa, porque no han bastado las medidas encaminadas al estímulo económico de los países de origen, o también llamados países fuente, a fin de que generen trabajo suficiente en calidad y cantidad para retener su población.

Y es que en fechas recientes, voces de alto protagonismo internacional como la de José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno español, han determinado que el problema de las migraciones reside en los países de origen y que de ningún modo tienen parte en ello las naciones europeas.

Es necesario señalar ahora que los llamados países fuente fueron en otro tiempo proveedores del oro que hizo posible su feliz transición de la Edad Media a la Edad Moderna mediante el mercantilismo europeo de los siglos XV al XVIII, y que fueron los principales proveedores de las materias primas que favorecieron el desarrollo de la llamada Revolución Industrial de los siglos XIX y XX, durante el colonialismo.

El problema de la migración cuyos efectos padece Europa, es pues una mera consecuencia del saqueo realizado por sus ancestros. Al devastar los ecosistemas, agotar las minas, saturar los mercados, imponer sanciones y sobre todo deformar sus sociedades llevándolas a la indigencia cuando no al exterminio, fueron menguando la sustentabilidad de esas naciones, sumiéndolas en severas crisis económicas y políticas que en más de un caso han dado lugar a interminables guerras civiles.

Ir y quedar, y con quedar partirse

El fenómeno no se origina sólo en los defectos estructurales y/o en las crisis coyunturales de los países expulsores, sino en la desequilibrada geografía económica y los tratados comerciales basados en condiciones desiguales, que convierten a las naciones de destino en atractivos polos de oportunidad para el desarrollo económico e intelectual de las personas.

La migración obedece a diversas causas: políticas, económicas, étnicas y religiosas. En algunos casos se da también cuando es necesario buscar lugares menos propensos a los desastres naturales, como ocurrió con la Ciudad de México luego de los terremotos de 1985 y la de Villahermosa, tras las inundaciones de 2007.

Quienes abandonan sus lugares de origen lo hacen casi siempre dejando amigos y familia atrás y cualquiera que sea la causa, con el deseo de mejores condiciones de trabajo que les permitan aliviar sus necesidades y hacer frente a sus precarias condiciones de vida.

La separación sin embargo no es fácil y en el rubro de las emociones humanas que suelen pasarse por alto, hay mucho qué decir porque determina la calidad del migrante y sus posibilidades para enfrentar las condiciones derivadas de su extranjería como el maltrato, la humillación y el abuso, lo que eventualmente puede llevar a la delincuencia, tanto del emigrado como del nativo que se siente amenazado.

El migrante trae consigo la ausencia de lo suyo y ya eso forma de entrada un cuadro importante para su futuro desarrollo no obstante si se siente optimista y decidido. Acaso este estado de ánimo haya sido capturado bien por Félix Lope de Vega y Carpio, quien escribió alguna vez: Ir y quedar y con quedar partirse / partir sin alma, ir con alma ajena, / oír la dulce voz de una sirena / y no poder del árbol desasirse. // (…) Hablar entre las mudas soledades, / pedir prestada sobre la fe paciencia, / creer sospechas o negar verdades / es lo que llaman en el mundo ausencia.

El Síndrome de Ulises

El miedo, la soledad, la sensación de fracaso y la imperiosa necesidad de sobrevivir, llevan al migrante a situaciones de estrés distintas, al grado máximo de afectación psicológica por estos factores, se le denomina Síndrome de Ulises, en honor del personaje mítico descrito por Homero, quien trata desesperadamente de regresar a su país durante diez años sin conseguirlo.

Este síndrome, también llamado de estrés crónico múltiple, fue descubierto por Joseba Achótegui, catedrático de la Universidad de Barcelona y siquiatra del Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados (SAPPIR), quien estableció que ante la lejanía de sus familias, la dificultad para acceder a los mercados de trabajo, el miedo a la deportación, las mafias y el maltrato constante y el imperativo de sobrevivir, los migrantes son sometidos a niveles de estrés límite.

Según las cifras ofrecidas por diversos organismos humanitarios y de ayuda a migrantes, en la actualidad, el número de personas sometidas a este padecimiento se eleva a 800 mil aproximadamente.

En su artículo denominado Emigrar en situación extrema: el Síndrome del inmigrante con estrés crónico y múltiple (Síndrome de Ulises), Joseba Achótegui, afirmaba: “En este trabajo se postula que existe una relación directa e inequívoca entre el grado de estrés límite que viven estos inmigrantes y la aparición de sus síntomas psicopatológicos. Consideramos que ante esta nueva problemática, los profesionales de la salud mental no podemos mirar hacia otro lado y pensamos que es nuestro deber darla a conocer a la opinión pública para su debate y resolución.”

Esa llamada de atención internacional apareció en 2004 en el número 21 de la revista especializada Norte de salud mental, hoy en 2008, la Unión Europea acrecienta, con sus recientes disposiciones legales, los factores que pueden derivar en ese padecimiento.

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